
La fiesta va a dar comienzo,
bullicio y algarabía
en el cartel de la tarde
se anuncia buena corrida.
Iniciando el paseillo
todos ellos se santiguan,
con la montera en la mano,
matadores y cuadrillas.
Al escuchar los clarines,
reina el silencio en la plaza,
ya asoman por los toriles,
los dos puñales de asta.
Recibe a portagallola
con el valor de su raza
doblegándole al morlaco
sus acometidas bravas.
La arena viste de oro,
la afición enardecida
aplaudiendo las verónicas
tambien las manoletinas.
Olés, música y aplausos.
Los mantones de Manila
dan colorido a la tarde
y esplendor a la corrida.
Al cambiarse de tercio
la tragedia esta servida,
enfrentándose a la suerte,
hombre y fiera, las dos vidas.
( Mas a de morir el toro
según lo manda la lidia)
Si la estocada es certera
al aire, pañuelos blancos,
piden a la presidencia
Baja el sol por supendiente,
ya gime el coso vacío,
donde dejó su nobleza
aquél torito bravío.
Poema entregado por mí a la peña LUÍS REINA de Almendralejo para su publicación en su revista 15-9-2008
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