
Nos exponiamos a que nos viera el guarda,como ocurrió en esta ocasión que vimos acercarse a José montado en su caballo gritando que dejáramos las bellotas en las encinas que todavía estaban verdes; quizás para intimidarnos más, espoleó el caballo y...pies para que os quiero, no sé lo que se me infundió aquello, me pareció ver al ángel que expulso a Adán y Eva del Paraíso.
Tropiezo y me caigo, tiro las bellotas, de momento me sale un gorullo en la frente que parecía un huevo de pava; los niños asustados me ayudan a levantarme; en esto el guarda que llega, yo llorando me defendía diciéndole que yo no había sido.
Dice José,-andar llevarla a su casa y que su madre le ponga una venda con una perra gorda.
-¡HABER!,¡ UNA PERRA GORDA!, ahí está el problema, ahora es cuando mi madre se enterará de mis correrías y me saldrá otro gorullo en SALVA SEA LA PARTE.
Segura, pero que bien segura estoy de que por muchos años que viva, no iré a ese lugar a buscar bellotas porque mis catorce años no volverán.